“El lugar que me eligió a mí”

Conocimos la historia y no dudamos en publicarla. En esta charla con Mariana, podemos ver el amor por el prójimo, un motor capaz de cambiar vidas.

Mariana Inés Segurado, con sus 44 años, mamá de un muchacho de 20, docente de la Escuela La Nueva Esperanza, escuela bilingüe Toba y la Escuela Taigoye N° 1333, nos cuenta como comienza NIDOS, un proyecto de vida, su lugar en el mundo, donde todos puedan entrar. “Nidos” es un lugar de contención, de alimento de refugio, de núcleos, de inclusión, de desarrollo sustentables. ¿Dónde está ubicado NIDOS?En el Empalme profundo, en Sorrento y el puente, en Sorrento y Cullen. Pero este lugar tiene su rica historia y Mariana la cuenta con una enorme pasión y un gran sentido de pertenencia.

¿Cómo comienza esta historia de trabajo en Empalme Graneros?
Mariana: -Hace cuatro años atrás, yo estaba en Alberdi, en una Iglesia evangélica, trabajando con niños con otras carencias, con otras necesidades, éramos un grupo en su mayoría mujeres; llega a nuestra iglesia un joven que era de Empalme Graneros, que había estado preso, que había estado en el enfrentamiento de los santafecinos con los rosarinos, una vida difícil la de este joven. Nosotras llenas de prejuicios, lo mirábamos de costado. Cuando él vé nuestro trabajo en Alberdi nos dice – Ustedes tienen que venir a Empalme Graneros, porque necesita gente como ustedes –. Para nosotros Empalme era la zona roja, ni loca iríamos, pero fue tal su insistencia que decidimos venir, pero ninguna se animó a acompañarnos. Fue así que nos vinimos juntos al barrio caminando y comenzamos a recorrer el asentamiento que está debajo del puente de Sorrento.

¿Cómo fue el inicio?
Mariana: – Comenzamos a caminar de día, a caminar de noche, esas calles, esos pasillos con Fernando Alfonso, quien es menudito y flaquito; yo pensaba, cómo vamos a ir los dos solos, solo con mi alma y Fernando! Pero lo que nosotros considerábamos peligroso, los grupitos de chicos drogándose en las esquinas, inspirando miedo (en ese momento), lo saludaban y lo respetaban, abrían camino a nuestros pasos, le tenían respeto. Es ahí, que comencé a entender otros códigos, otro lenguaje, comencé a descubrir un mundo, que aunque ya había trabajado con niños y lugares precarios, nunca había visto mezclada la pobreza con la delincuencia y las adicciones, eso me asustaba mucho. Había llegado la hora de romper con todos mis prejuicios, con todas las matrices de aprendizaje y es ahí que me dije: – ¿Por qué no escuchar a este chico, tiene algo para contarnos, para decirnos. Hoy Fernando está viajando a Buenos Aires a contar su experiencia. Mi familia no podía creer que yo viniera a Empalme a caminar, a predicar, a hacer un relevamiento del territorio, a ver qué pasaba, qué necesitaban, en qué podíamos ser útiles. Encontrábamos chicos consumiendo a la noche, me sentaba junto a ellos, tomaba nota de sus necesidades, ropa, alimento y en la semana preparábamos lo que podíamos y volvíamos a llevárselo, ese muchacho ya no era anónimo para mí, o para el mundo, volvíamos a buscar a una persona con nombre y apellido, saber su talle, cuanto calza a entregarle lo poco o mucho que habíamos podido juntarle. Y fue así que uno a uno se convirtió en familia. Al principio desconfían, diciendo – Vos no vas a volver más. Yo solo quiero amarlos y ver que necesitan.

¿Cómo se fue sumando gente?
Mariana: -Empezamos a recorrer las calles, íbamos con termos para la merienda y hacíamos actividades para los niños, apoyo escolar, higiene, salud, prevención. Es ahí que nos encontramos cara a cara con los niños que consumían (8 años a 13 años), que salían a juntar basura por las noches. Allí comprobamos que hay gran cantidad de niños que no están alfabetizados, el desafío fue que confiaran en nosotros. Así estuvimos dos años, yendo casa por casa repartiendo termómetros, y lo que podíamos.

¿Cómo ganaron el corazón quebrado de esa gente?
Mariana: – Ellos se convirtieron en nuestra gran preocupación, por eso comenzamos a hacer prevención, llevando al menos lo mínimo e indispensable como un termómetro ya que en todas las casas había niños.

Un nuevo espacio Ya involucrados en la realidad del barrio se abrió una nueva etapa en la tarea solidaria.
Mariana: – Una señora nos abre su casa, Emilse Castillo, quien nos presta su patio y allí empezamos a hacer jornadas de música, de talleres, enseñanzas, pero llegó un momento que sentimos que éramos muchos y estábamos invadiendo su privacidad. Nos dimos cuenta que necesitábamos un espacio propio. Yo trabajo dos turnos, uno completo va para la edificación de este lugar, así que con un turno vivo y con el otro edificamos, pudimos comprar el lugar, ubicado en el corazón del barrio, compramos una casilla.

¿Cuál es tu sueño?
Mariana: – Ahora comenzamos a edificar, tenemos levantadas las paredes, aún nos falta techar, ahora hay que hacer la escuela, el jardín infantes. Necesitamos un docente, Sería una escuela nueva, un espacio donde, creas lo que creas, puedas ser escuchado, una “Escuela de Gestión Social”, evitar la exclusión, ante realidades muy profundas, niños sin padres, drogas, abusos, violencia, pobreza, entre tantas problemáticas. Somos un grupo que nos estamos preparando, estudiando acompañante terapéutico y socio familiar, tecnicatura en prevención de adicciones y violencia y por supuesto somos docentes. Necesitamos ir a la ciencia y a la tecnología aparte de lo espiritual. También es fundamental un espacio de consultoría para apoyar y asesorar a la gente con las terribles realidades que viven, no saben a quién acudir, ni cómo. Talleres de prevención en adicciones, violencia de todo tipo Nuestro sueño es sin duda, es construir una escuela y no dudo que lo vamos a lograr.

¿Qué necesidades urgentes tienen?
Mariana: – No aceptamos dinero, pero pedimos con todas nuestras fuerzas elementos de construcción, chapas, vigas, porlan, arena, para poder hacer el techo. Una vez que techemos, nos quedarían dos espacios grandes, que serían los salones de la escuela. También recibimos ropa, alimentos no perecederos, muebles, artículos de librería. En el mes de febrero entregamos para 100 niños, una mochila con todos sus elementos para comenzar la escuela.

¿Cómo te repones de toda esta cruda realidad?
Mariana: – A veces estoy desbastada de las cosas que veo, creo mucho en Dios. Pasé por un cáncer, me aferré a Dios y comencé a ver la vida de otra manera.

¿De dónde nace esta profunda entrega de SERVIR?
Mariana: – Yo me siento plena, satisfecha haciendo esto, ese lugar me eligió a mí, es más, estoy pensando en irme a vivir allí. Antes era una persona diferente a la de ahora. A veces pienso que parte, es por la necesidad de no haber tenido más hijos y ser un poco madraza de todos y en la gratitud de seguir viva.

Teléfono de contacto con NIDOS 0341 – 153221470

Corresponsal M.F.R

 

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